La historia de Olena, salir de tu hogar para volver más fuerte (parte I)
Desde Peluquer@s con Ucrania teníamos claro, desde el principio, que queríamos, además de recaudar la mayor cantidad de donaciones posible, trasladar aquellas historias que suceden a nuestro alrededor, muchas veces anónimas, y que demuestran que somos las personas las que tenemos el poder de cambiar el mundo. Gracias a nuestra compañera Mamen de MC Peluqueros, en Errentería (Gipuzkoa), hemos podido charlar un rato con Olena y con su madre de acogida, Silvia, que nos cuentan esta maravillosa historia que resume todo por lo que estamos luchando.
Olena es una joven ucraniana que actualmente vive en Errenteria (Gipuzkoa) junto a su familia de acogida. Ella tuvo la suerte de poder escapar de la guerra y actualmente reside feliz en nuestro país. Todo, gracias a la asociación sin ánimo de lucro, Chernobil Elkartea, que demuestra desde hace años que la palabra ‘ayuda’ sigue muy presente dentro de la sociedad.
Conectamos con Olena, que nos recibe junto a su madre de acogida, Silvia, con una gran sonrisa y charlando en un perfecto español que ha aprendido de su experiencia de muchos años en nuestro país. Olena nació en la localidad de Ivánkiv situada al norte del país y a cerca de 20 km de la zona más afectada por el desastre nuclear de Chernóbil.
La historia de Olena en España
Olena creció cerca de uno de los desastres ecológicos más grandes de la historia, en una pequeña ciudad de entorno rural situada al norte de su país. Gracias a la acción de Chernobyl Elkartea, una asociación que actúa en el País Vasco y que , desde 1996, coordina programas de acogimiento para niñas y niños de la zona, ella conoció a su familia de acogida, en el año 2011, cuando con seis años vino aquí a pasar su primer verano.
Según nos cuenta Silvia, la idea fue de su hijo mayor quien tras conocer el trabajo de esta ONG convenció a sus padres para que participaran. Así fue como Silvia y su familia conocieron a Olena quién durante nueve veranos tuvo la oportunidad de conocer y crear un vínculo inquebrantable con Silvia y los suyos. “Que mi hijo nos convenciera de colaborar con Chernobyl Elkartea es una de las mejores cosas que nos ha pasado, gracias a él pudimos conocer a Olena quién se ha convertido en una más de la familia y a la que mis hijos consideran una hermana” nos explicaba emocionada Silvia.
Y así fue como, durante casi una década, Olena creció y disfrutó de los veranos junto a su segunda familia, hasta que llegó la pandemia de 2020. “Con la pandemia y las restricciones tuvimos que dejar de vernos…”comenta Silvia, “pero hemos hablado por teléfono casi todos los días” añade entre risas Olena.
Dibujo que inspiró el logo de Chernobil Elkartea.
El inicio del conflicto. Se encienden las alarmas.
Como explicaban ambas, la vida de Olena y su familia de Errenteria seguía como la de cualquier otra familia con miembros en la distancia. “A pesar de vivir tan lejos, nos comunicábamos casi diariamente, de la misma manera que si otro de mis hijos estuviera estudiando en el extranjero” nos dice Silvia.
Pero todo cambió el 24 de febrero de 2022. El mismo día que Rusia declaraba la invasión a Ucrania el ejército del Kremlin entraba por la frontera del país a través de su aliada, Bielorrusia. Una frontera que se encuentra a pocos kilómetros de la casa de Olena. “Recuerdo que me desperté para ir al colegio, como todos los días, y mientras me preparaba para salir me llamó una amiga para decirme que Rusia nos había invadido” nos contaba Olena, “al principio pensé que era una broma, hasta que lo consulté en internet y lo vi por mi misma. No podía entenderlo, incluso suspendieron las clases y mi familia y yo nos tuvimos que quedar en casa”. explicaba.
Tanque ruso en las inmediaciones de Ivánkiv.
A 3125 kilómetros de allí, una angustiada Silvia trataba de ponerse en contacto con Olena y su familia desde el momento en que se enteró de la invasión. “Las primeras horas fueron difíciles, el ejército ruso tomó la ciudad de Olena y estableció su campamento en los alrededores. Casi de inmediato, recluyeron a todos los habitantes en sus hogares y cortaron la electricidad. El teléfono de Olena se quedó sin batería pronto y perdimos la comunicación directa”. Gracias al hermano mayor de Olena pudieron seguir contactando a través de Whatsapp. “Sólo podíamos cruzar un mensaje al día y simplemente para confirmar que seguían bien” relata la madre de acogida.
Pero lo peor llegó el 11 de marzo, cuando se cortó la comunicación. “El día 11 fue el último mensaje que recibimos de Olena y su familia” las comunicaciones empezaron a fallar “y no supimos nada de ellos hasta el 4 de abril” añade. “Fue gracias a mi hermano que, después de que estuviéramos varias semanas escondidos en casa, decidió marcharse a Kiev a buscar trabajo para poder seguir alimentándonos ya que se nos estaban terminando nuestras reservas. Cuando llegó a la capital pudo recuperar la cobertura en el teléfono móvil y avisar a mi familia de acogida de que seguíamos vivos”. recordaba Olena.
La asociación Chernobil Elkartea lleva desde el inicio del conflicto trabajando en la zona.
La esperanza llega otra vez a Errenteria
Fue otra vez la asociación Chernobyl Elkartea la que estuvo, desde el primer momento, junto a la familia de acogida de Olena. “Gracias a su red de cooperantes recibíamos noticias de la zona periódicamente. Nos contaban que estaban sin luz, recluidos y con el ejército acampado en su ciudad. Fueron días de mucha angustia”. recuerda Silvia.
Y también fue gracias a esta asociación que Silvia y su familia recibieron la primera noticia de esperanza. A finales de marzo, la asociación les propuso traer a Olena y a su madre a Errenteria (los hombres tienen prohibido salir del país ya que forman parte de la reserva del Ejército) y Silvia y los suyos aceptaron enseguida. Comenzaba una cuenta atrás para poder volver a reunirse de nuevo (continuará).
El viaje de Olena nos ha impactado muchísimo y más todavía lo ha hecho su fortaleza de espíritu. No queríamos omitir todo lo que nos ha contado. Por eso, en la próxima entrada a nuestro blog, concluiremos su historia.
Olena y Silvia junto a su familia, en Errenteria.